martes, 12 de abril de 2016

TACNA


 En la vida de la naciones, en la historia de los pueblos, existen ciudades, en los que el tiempo va depositando lo más puro de la conciencia   cívica y lo más excelso del patriotismo. Estas ciudades van tornándose, así, en la fuente de donde emanan inagotables lecciones  de amor al suelo patrio, de férrea voluntad, de inalterable lealtad y esperanza.

En el Perú, Tacna, ocupa, en forma indiscutible, ese sitial de honor; por eso, los directivos  de las mutuales de vivienda venimos a rendirle emocionado homenaje y a recibir, humildemente, sus lecciones de patriotismo y coraje.

Dentro de pocos días se celebrará el cincuentenario de la reincorporación de Tacna y nos embarga la misma emoción que hace 50 años embargó a millones de peruanos cuando recibieron con anegados ojos, alegre corazón y brazos abiertos a los peruanos que, por causa la desunión y la improvisación, habían quedado, temporalmente, al margen de nuestra frontera, ¡pero nunca fuera de la patria!

La Epopeya de Tacna constituye el más grande ejemplo de lo que significa la peruanidad. Tacna, es la cuna de la nacionalidad, del amor a la libertad y del heroísmo.

El valor de los pobladores de Tacna se manifiesta desde épocas tan lejanas como aquellas  en que los Aymaras poblaron por primera vez los valles de Caplina y Sama; se manifiesta  en las broncas voces que desde 1810 empujaban a la acción, en busca de la libertad y de la independencia.

Cuando el Congreso Constituyente de 1828 declara a Tacna ciudad heroica, reconocía el valor de Toribio José Posa, los hermanos Ara, Pedro José Gil, Fulgencio Valdez, Manuel Silva , los hermanos Paillardelle, José Gómez, Manuel Calderón y de los miles de tacneños que habían sufrido prisión   y muerte por su lucha por la patria; reconocía el sacrificio de Francisco de Zela, quien habiendo amado tanto la libertad, murió por ella, en prisión, el mismo día en que el Perú era declarado libre e independiente por la voluntad general de los pueblos  y por la justicia de la causa que Dios defiende.

El heroico valor de los pobladores de Tacna se manifiesta en los campos de Pisagua, San Francisco, Tarapacá, El Alto de La Alianza y el Morro de Arica.

El valor, entonces no es un hecho aislado en la vida de Tacna, es la constante inalterable  de su historia.

Y al estudiarla, pareciera ser que el Supremo Hacedor trataba de forjar un pueblo capaz de soportar la más dura de las pruebas: 50 años de cautiverio.

En esos 50 años, en momento alguno disminuyó la llama del fervor.

Generación tras generación el mensaje recibido desde la cuna por cada hijo de este departamento ha ido transmitiéndose hasta convertirse en lo que es Tacna hoy para el Perú: el santuario del patriotismo vivo y tangible, el santuario que con sobrecogimiento y emoción venera todo peruano desde el momento mismo que relaciona  estas  calles, este cielo, estos valles, con los trazos de su dura historia, pero quizás por ello !hermosa e inmortal!

En el cautiverio los tacneños jamás se sintieron ausentes de la patria.

Resistieron, lucharon y soñaron por el día de la liberación, el día en que pudieran entonar libremente nuestro himno y hacer flamear la enseña roja y blanca; la bandera que el hombre y la mujer de esta  tierra bendita y amada habían  llevado en todas las circunstancias, como, cuando en abierta expresión de su patriotismo, la llevaron, el 28 de Julio de 1901, por las calles y plazas, frente al invasor, solo sostenida por el coraje, la emoción y las lágrimas de todo un pueblo.

Los ilustres hijos de Tacna no sólo han dado muestras de valor en los campos de batalla,  sino también en el campo de la lucha por los principios, como cuando Francisco de Paula  Gonzáles Vigil lanzó su famosa catilinaria contra la violación constitucional cometida por el Presidente Gamarra, o como cuando, en nuestro tiempo, el Vicealmirante Vargas Caballero se opuso a los mastines que, azuzados, atacaban al sistema mutual y, en un rasgo que le  honra, prefirió pasar al retiro antes que poner en peligro ningún navío peruano por causas políticas.

Pero meditemos. El cautiverio de Tacna fue el más alto precio que el país pagó por la mezquindad de los políticos, por la desunión de los peruanos, por la improvisación y el egoísmo.

Tacna, inocente, expió por todas esas culpas, pero de su sacrificio nacieron las lecciones  que permitirán la redención de nuestra patria.

La reincorporación de Tacna se debió, fundamentalmente, a la acción de los propios tacneños, a su inconmensurable amor a la patria que en cada uno de sus corazones encierra  y que expresara con tanta emoción el poeta Federico Barreto cuando dijo:

 “La tierra en que se nace, es tierra ungida,
  no se da, no se cambia, ni se vende,
 que nos la arranquen junto con la vida

La reincorporación de Tacna se debió al patriotismo, abnegación y valor de sus mujeres.

El insigne tacneño, Jorge Basadre, escribió, en su juventud, a un representante de la ocupación, diciéndole: 

“Por triste que haya sido la niñez pobre de usted. no ha sido tan triste como la niñez de aquellos que en sus canciones de cuna ya oyeron la verídica historia de su opresión ¿ Nunca  vio brotar las lágrimas de una mujer tacneña?, esas lágrimas que diríase han sido juntadas para formar un pozo donde se purifican todos los peruanos”

Permítaseme , entonces, rendir homenaje a las mujeres tacneñas, a aquellas plebiscitarias, que año a año, desfilan por la calle cada 29 de Agosto portando la bandera bicolor , la misma  que fuera izada en el momento mismo de la reincorporación de Tacna al Perú, las manos  plebiscitarias que con tanto amor la transportan han ido disminuyendo numéricamente al inexorable llamado de la muerte física , pero ellas y las ancianas que aún quedan , han dejado la simiente del amor y la fe en los destinos del Perú.

Los niños y los jóvenes deben recibir el ejemplo de los tacneños.

Cuando los jóvenes peruanos quieran conocer la libertad y lo que cuesta luchar por ella, habremos de decirles:!que vengan a Tacna!

Cuando nuestros hijos deseen aprender lo que significa realmente amar al Perú en las horas difíciles, también habrá que decirles: ¡que vengan a Tacna.!

Cuando nuestros nietos deseen saber como las lágrimas de la madre pueden acerar la voluntad de un hijo, habrá que repetirles con la emoción de ahora, de mañana y de siempre; ¡que vengan a Tacna!


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