En la vida de la
naciones, en la historia de los pueblos, existen ciudades, en los que el tiempo
va depositando lo más puro de la conciencia
cívica y lo más excelso del patriotismo. Estas ciudades van tornándose,
así, en la fuente de donde emanan inagotables lecciones de amor al suelo patrio, de férrea voluntad,
de inalterable lealtad y esperanza.
En el Perú, Tacna, ocupa,
en forma indiscutible, ese sitial de honor; por eso, los directivos de las mutuales de vivienda venimos a
rendirle emocionado homenaje y a recibir, humildemente, sus lecciones de
patriotismo y coraje.
Dentro de pocos días se
celebrará el cincuentenario de la reincorporación de Tacna y nos embarga la
misma emoción que hace 50 años embargó a millones de peruanos cuando
recibieron con anegados ojos, alegre corazón y brazos abiertos a los peruanos
que, por causa la desunión y la improvisación, habían quedado, temporalmente,
al margen de nuestra frontera, ¡pero nunca fuera de la patria!
La Epopeya de Tacna
constituye el más grande ejemplo de lo que significa la peruanidad. Tacna, es
la cuna de la nacionalidad, del amor a la libertad y del heroísmo.
El valor de los
pobladores de Tacna se manifiesta desde épocas tan lejanas como aquellas en que los Aymaras poblaron por primera vez
los valles de Caplina y Sama; se manifiesta
en las broncas voces que desde 1810 empujaban a la acción, en busca de
la libertad y de la independencia.
Cuando el Congreso
Constituyente de 1828 declara a Tacna ciudad heroica, reconocía el valor de
Toribio José Posa, los hermanos Ara, Pedro José Gil, Fulgencio Valdez, Manuel
Silva , los hermanos Paillardelle, José Gómez, Manuel Calderón y de los miles
de tacneños que habían sufrido prisión
y muerte por su lucha por la patria; reconocía el sacrificio de
Francisco de Zela, quien habiendo amado tanto la libertad, murió por ella, en
prisión, el mismo día en que el Perú era declarado libre e independiente
por la voluntad general de los pueblos y
por la justicia de la causa que Dios defiende.
El heroico valor de los
pobladores de Tacna se manifiesta en los campos de Pisagua, San Francisco,
Tarapacá, El Alto de La Alianza y el Morro de Arica.
El valor, entonces no es
un hecho aislado en la vida de Tacna, es la constante inalterable de su historia.
Y al estudiarla,
pareciera ser que el Supremo Hacedor trataba de forjar un pueblo capaz de
soportar la más dura de las pruebas: 50 años de cautiverio.
En esos 50 años, en
momento alguno disminuyó la llama del fervor.
Generación tras
generación el mensaje recibido desde la cuna por cada hijo de este departamento
ha ido transmitiéndose hasta convertirse en lo que es Tacna hoy para el Perú:
el santuario del patriotismo vivo y tangible, el santuario que con
sobrecogimiento y emoción venera todo peruano desde el momento mismo que
relaciona estas calles, este cielo, estos valles, con los
trazos de su dura historia, pero quizás por ello !hermosa e inmortal!
En el cautiverio los
tacneños jamás se sintieron ausentes de la patria.
Resistieron, lucharon y
soñaron por el día de la liberación, el día en que pudieran entonar libremente
nuestro himno y hacer flamear la enseña roja y blanca; la bandera que el hombre
y la mujer de esta tierra bendita y
amada habían llevado en todas las circunstancias,
como, cuando en abierta expresión de su patriotismo, la llevaron, el 28 de
Julio de 1901, por las calles y plazas, frente al invasor, solo sostenida
por el coraje, la emoción y las lágrimas de todo un pueblo.
Los ilustres hijos de
Tacna no sólo han dado muestras de valor en los campos de batalla, sino también en el campo de la lucha por los
principios, como cuando Francisco de Paula
Gonzáles Vigil lanzó su famosa catilinaria contra la violación
constitucional cometida por el Presidente Gamarra, o como cuando, en nuestro
tiempo, el Vicealmirante Vargas Caballero se opuso a los mastines que,
azuzados, atacaban al sistema mutual y, en un rasgo que le honra, prefirió pasar al retiro antes que
poner en peligro ningún navío peruano por causas políticas.
Pero meditemos. El
cautiverio de Tacna fue el más alto precio que el país pagó por la mezquindad
de los políticos, por la desunión de los peruanos, por la improvisación y el
egoísmo.
Tacna, inocente, expió
por todas esas culpas, pero de su sacrificio nacieron las lecciones que permitirán la redención de nuestra
patria.
La reincorporación de
Tacna se debió, fundamentalmente, a la acción de los propios tacneños, a su inconmensurable
amor a la patria que en cada uno de sus corazones encierra y que expresara con tanta emoción el poeta
Federico Barreto cuando dijo:
“La tierra en que se nace, es tierra ungida,
no se da, no se cambia, ni se vende,
que nos la arranquen junto con la vida”
La reincorporación de
Tacna se debió al patriotismo, abnegación y valor de sus mujeres.
El insigne tacneño, Jorge
Basadre, escribió, en su juventud, a un representante de la ocupación,
diciéndole:
“Por triste que haya sido la niñez pobre de usted. no ha sido tan
triste como la niñez de aquellos que en sus canciones de cuna ya oyeron la verídica
historia de su opresión ¿ Nunca vio
brotar las lágrimas de una mujer tacneña?, esas lágrimas que diríase han sido
juntadas para formar un pozo donde se purifican todos los peruanos”
Permítaseme , entonces,
rendir homenaje a las mujeres tacneñas, a aquellas plebiscitarias, que año a
año, desfilan por la calle cada 29 de Agosto portando la bandera bicolor , la
misma que fuera izada en el momento
mismo de la reincorporación de Tacna al Perú, las manos plebiscitarias que con tanto amor la
transportan han ido disminuyendo numéricamente al inexorable llamado de la
muerte física , pero ellas y las ancianas que aún quedan , han dejado la
simiente del amor y la fe en los destinos del Perú.
Los niños y los jóvenes
deben recibir el ejemplo de los tacneños.
Cuando los jóvenes
peruanos quieran conocer la libertad y lo que cuesta luchar por ella, habremos
de decirles:!que vengan a Tacna!
Cuando nuestros hijos
deseen aprender lo que significa realmente amar al Perú en las horas difíciles,
también habrá que decirles: ¡que vengan a Tacna.!
Cuando nuestros nietos
deseen saber como las lágrimas de la madre pueden acerar la voluntad de un
hijo, habrá que repetirles con la emoción de ahora, de mañana y de siempre; ¡que
vengan a Tacna!
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