martes, 9 de febrero de 2016

Armando Ayarza


En junio de 1968, becado por el AID, viajé  a USA para estudiar el funcionamiento  y administración del mercado secundario de hipotecas  mediante entrevistas  a altos funcionarios  de las instituciones encargadas de regular y controlar  estas operaciones en  Boston, Washington D.C., Filadelfia, Nueva York y Chicago.

Si bien entiendo bastante bien el inglés  yo lo pronunciaba, pronuncio, muy mal por lo que el AID  me asignó  un traductor, de origen colombiano, llamado Armando Ayarza quien  también se encargaba de mi movilidad.  Todos los días se alojaba en el mismo hotel en que yo me encontraba, daba por terminada cualquier reunión antes de la cinco de la tarde, para evitar el “rush time”,  pasaba por una licorería para comprar una botella con un  litro  de whisky, llegaba al hotel, tomaba bastante agua    “para calmar la sed”, se tomaba  trago tras trago hasta terminar el contenido de la botella   y se retiraba a su habitación.

Durante ese proceso, en que yo me tomaba dos o tres tragos, me narraba historias increíbles de su vida, supuestamente como agente de la CIA,  como cuando había sido guardaespaldas de Frank Sinatra,  a quien le alcanzaba el licor mientras se duchaba,  o  como cuando había sido parte de la tripulación de un helicóptero que había permitido  a Ramfis Trujillo salir de Santo Domingo, después de ametrallar a los asesinos de su padre, Rafael Trujillo, el histórico  dictador de la República Dominicana.

Terminado el ciclo de entrevistas a fines de Julio nos dirigimos a Detroit donde yo participé  en un seminario sobre comunicaciones en la Universidad de Michigan. En ese seminario no necesitaba que nadie trasladara mi inglés porque los demás alumnos lo pronunciaban a  mi nivel ya que provenían de Vietnam, Brasil, Corea, Venezuela y Nigeria.

No recuerdo nada de  Ayarza durante mi participación en el  referido seminario pero si cuando me condujo de regreso a Nueva York 

Durante el viaje me dijo que  si bien se iba registra en el mismo hotel que yo  en realidad quería ir  a su vivienda que quedaba en esa ciudad para permanecer con su esposa e hijos.  

Me preguntó si yo tenía algún amigo o conocido en Nueva York. Le contesté que no pero después de pensarlo un momento le dije que tenía conocimiento que Castañeda, cuyo primer nombre no recordaba si era Manuel o Isaac y con quien había trabajado en Anderson Clayton,  ahora trabajaba para un empresa   que tenía sus oficinas en Nueva York

Ayarza al pasar por un teléfono al costado de la carretera,  detuvo el automóvil que conducía  se bajó, marcó  un número, se identificó con una larga  clave  de números y dijo que estaba tratando de ubicar a un peruano que se llamaba Isaac o Manuel Castañeda, habría llegado hace cinco años a USA y que trabajaba como auditor en una empresa internacional.

Después de menos de un minuto apuntó algo  en su libreta, dijo gracias y colgó.  De inmediato hizo otra llamada, en español preguntó si era el señor Castañeda y a continuación dijo:

Le va hablar su amigo Alfredo Tapia

 ¿Era o no era agente de la CIA ?

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