En junio de 1968, becado
por el AID, viajé a USA para estudiar el
funcionamiento y administración del
mercado secundario de hipotecas mediante
entrevistas a altos funcionarios de las instituciones encargadas de regular y
controlar estas operaciones en Boston, Washington D.C., Filadelfia, Nueva
York y Chicago.
Si bien entiendo bastante
bien el inglés yo lo pronunciaba,
pronuncio, muy mal por lo que el AID me
asignó un traductor, de origen
colombiano, llamado Armando Ayarza quien
también se encargaba de mi movilidad.
Todos los días se alojaba en el mismo hotel en que yo me encontraba,
daba por terminada cualquier reunión antes de la cinco de la tarde, para evitar
el “rush time”, pasaba por una licorería
para comprar una botella con un
litro de whisky, llegaba al
hotel, tomaba bastante agua “para
calmar la sed”, se tomaba trago tras
trago hasta terminar el contenido de la botella y se retiraba a su habitación.
Durante ese proceso, en que
yo me tomaba dos o tres tragos, me narraba historias increíbles de su vida,
supuestamente como agente de la CIA,
como cuando había sido guardaespaldas de Frank Sinatra, a quien le alcanzaba el licor mientras se
duchaba, o como cuando había sido parte de la
tripulación de un helicóptero que había permitido a Ramfis Trujillo salir de Santo Domingo,
después de ametrallar a los asesinos de su padre, Rafael Trujillo, el
histórico dictador de la República
Dominicana.
Terminado el ciclo de
entrevistas a fines de Julio nos dirigimos a Detroit donde yo participé en un seminario sobre comunicaciones en la
Universidad de Michigan. En ese seminario no necesitaba que nadie trasladara mi
inglés porque los demás alumnos lo pronunciaban a mi nivel ya que provenían de Vietnam, Brasil,
Corea, Venezuela y Nigeria.
No recuerdo nada de Ayarza durante mi participación en el referido seminario pero si cuando me condujo
de regreso a Nueva York
Durante el viaje me dijo
que si bien se iba registra en el mismo
hotel que yo en realidad quería ir a su vivienda que quedaba en esa ciudad para
permanecer con su esposa e hijos.
Me preguntó si yo tenía
algún amigo o conocido en Nueva York. Le contesté que no pero después de
pensarlo un momento le dije que tenía conocimiento que Castañeda, cuyo primer
nombre no recordaba si era Manuel o Isaac y con quien había trabajado en Anderson
Clayton, ahora trabajaba para un empresa que tenía sus oficinas en Nueva York
Ayarza al pasar por un
teléfono al costado de la carretera,
detuvo el automóvil que conducía
se bajó, marcó un número, se
identificó con una larga clave de números y dijo que estaba tratando de
ubicar a un peruano que se llamaba Isaac o Manuel Castañeda, habría llegado
hace cinco años a USA y que trabajaba como auditor en una empresa
internacional.
Después de menos de un
minuto apuntó algo en su libreta, dijo
gracias y colgó. De inmediato hizo otra
llamada, en español preguntó si era el señor Castañeda y a continuación dijo:
Le va hablar su amigo
Alfredo Tapia
¿Era o no era agente de la CIA ?
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