lunes, 29 de febrero de 2016

CORRUPCION



Debido a mis múltiples actividades que realizaba como Gerente General del BVP, Presidente de Certificaciones Pesqueras CERPER , Presidente del Instituto Peruano de Ejecutivos Financieros IPEF y Director de la Empresa Administradora de Inmuebles EMADI PERU solo aceptaba invitaciones para participar en eventos de carácter oficial o de amigos personales.

Esta regla, calificada como “antisocial” por muchas personas, la establecí por razones de tiempo y, principalmente, para evitar contaminación con la corrupción.

La primera fue cuando  el Dr. Bouroncle, Gerente de Supervisión del BVP, me manifestó que el Ing. Enrique León Velarde  le había pedido,  en reiteradas oportunidades, su deseo  de que me llevara a su yate para participar en un almuerzo. El  Ing. León Velarde  era amigo personal del Gral. Velasco pero no recuerdo que cargo desempeñaba en dicha oportunidad.  Ante la insistencia del Dr. Bouroncle acepté al almuerzo “siempre y cuando fuera un viernes.”

Llegado el viernes un automóvil me recogió del local del BVP y me condujo a Ancón donde en una lancha a motor llegué a un gran, realmente grande,  yate donde me esperaban, entre otras personas, el Ing. León Velarde y el Sr. Mario Loor, Gerente General de la Mutual Metropolitana..

Cuando el excelente almuerzo, incluido champagne y vino,  servido  en la cubierta del Yate se acabó  percibí que un grupo de “chicas profesionales” subían y se dirigían a los camarotes del yate.  Dándome cuenta querían involúcrame en una encerrona me quedé en la cubierta contemplando el mar.

Al poco rato se me acercó Loor y me pregunto si no me gustaban las mujeres No recuerdo la respuesta que le di pero de inmediato me regresaron al puerto para que me fuera a mi domicilio.

La segunda vez que rompí esta regla  fue cuando un  Contralmirante,  en retiro y  de edad avanzada,  me invitó a un almuerzo que  se realizaría un viernes en un restaurant que funcionaba en una antigua casona ubicada en el centro de Lima.

Llegada la fecha prevista me llevaron a dicho restaurante y para mi sorpresa el almuerzo se realizaría, en un salón privado, pero con la compañía de varias personas vinculadas a empresas privadas dedicadas a la construcción de viviendas.

En esta oportunidad adopté  una actitud amigable, cordial y costosa.

Como aperitivo tomé el whiskey más caro y  ostras, de plato de fondo pedí dos langostas acompañadas con vino blanco español ,  de postre crepe suchard y  de pousse café un grand marnier


A continuación comencé a fumar un habano,  que me ofrecieron en una caja, y a tomar una copa de cognac

Habiendo acabado el almuerzo satisfactoriamente el anfitrión, después de doblar su servilleta me dijo : Ahora hablemos de negocios.

Asuntos de trabajo solo en mi oficina, le contesté.


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