sábado, 27 de febrero de 2016

NICARAGUA


En marzo de 1970 viajé a Nicaragua, que estaba gobernada por el dictador Anastasio Somoza, para  asistir a la VIII  conferencia de la Unión Interamericana para la Vivienda (UNIAPRAVI) que se realizaría en Managua.

Durante el desarrollo de  esta conferencia se inauguró el moderno  teatro  Rubén Darío, con una extraordinaria acústica  que quedó en evidencia cuando, sin micrófono , Somoza dio el correspondiente discurso tomando, en cada pausa, un vaso de aparentemente agua que uno de los edecanes le alcanzaba.  Lo curioso fue que conforme avanzaba en su discurso tenía problemas con la dicción.
Después me explicaron la razón: No era agua, era vodka.

Al día siguiente asistimos a una cena de gala ofrecida  en Palacio de Gobierno y al finalizar  nos invitaron a los varones a un increíble bar que quedaba en el sótano donde bajé en compañía de Ricardo García, Secretario General de Uniapravi. 
 A solicitud mía nos sentamos en la barra y comencé  a tomar el excelente ron nicaragüense.

En determinado momento Ricardo me dijo: Vamos a fotografiarnos con el Presidente.

No me tomo fotos con asesinos, le contesté.

Al voltear  vi que Somoza, con un par de edecanes,  había estado a  nuestras espaldas.
Esa noche dejé el hotel y me dirigí al aeropuerto para tomar el primer avión que me alejara de  posibles problemas.

Nueve años después regresé a Managua para  dictar una conferencia, en el salón de actos de un gran hotel,  dirigida a los directivos de las entidades de financiamiento habitacional.

Mientras dictaba la conferencia los asistentes se hablaban al  oído y se iban retirando silenciosamente.  Me alarmé  y creyendo que era muy aburrido o estaba diciendo algo incorrecto  les pregunté a los que se habían quedado:

Disculpen pero ¿por qué se retiran?

Acaban de tomar palacio de gobierno, me contestaron.

Otra vez dejé el hotel y me dirigí al aeropuerto para tomar el primer avión que me alejara de  posibles problemas.

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario