Debido a mis múltiples actividades que realizaba como Gerente General del BVP, Presidente de Certificaciones Pesqueras CERPER , Presidente del Instituto Peruano de Ejecutivos Financieros IPEF y Director de la Empresa Administradora de Inmuebles EMADI PERU solo aceptaba invitaciones para participar en eventos de carácter oficial o de amigos personales.
Esta regla, calificada
como “antisocial” por muchas personas, la establecí por razones de tiempo y,
principalmente, para evitar contaminación con la corrupción.
La primera fue cuando el Dr. Bouroncle, Gerente de Supervisión del
BVP, me manifestó que el Ing. Enrique León Velarde le había pedido, en reiteradas oportunidades, su deseo de que me llevara a su yate para participar en
un almuerzo. El Ing. León Velarde era amigo personal del Gral. Velasco pero no
recuerdo que cargo desempeñaba en dicha oportunidad. Ante la insistencia del Dr. Bouroncle acepté
al almuerzo “siempre y cuando fuera un viernes.”
Llegado el viernes un automóvil me recogió del local del
BVP y me condujo a Ancón donde en una lancha a motor llegué a un gran,
realmente grande, yate donde me
esperaban, entre otras personas, el Ing. León Velarde y el Sr. Mario Loor,
Gerente General de la Mutual Metropolitana..
Cuando el excelente almuerzo, incluido champagne y
vino, servido en la cubierta del Yate se acabó percibí que un grupo de “chicas
profesionales” subían y se dirigían a los camarotes del yate. Dándome cuenta querían involúcrame en una
encerrona me quedé en la cubierta contemplando el mar.
Al poco rato se me acercó Loor y me pregunto si no me
gustaban las mujeres No recuerdo la respuesta que le di pero de inmediato me
regresaron al puerto para que me fuera a mi domicilio.
La segunda vez que rompí esta regla fue cuando un
Contralmirante, en retiro y de edad avanzada, me invitó a un almuerzo que se realizaría un viernes en un restaurant que
funcionaba en una antigua casona ubicada en el centro de Lima.
Llegada la fecha prevista me llevaron a dicho
restaurante y para mi sorpresa el almuerzo se realizaría, en un salón privado,
pero con la compañía de varias personas vinculadas a empresas privadas
dedicadas a la construcción de viviendas.
En esta oportunidad adopté una actitud amigable, cordial y costosa.
Como aperitivo tomé el whiskey más caro y ostras, de plato de fondo pedí dos langostas
acompañadas con vino blanco español , de
postre crepe suchard y de pousse café un
grand marnier
A continuación comencé a fumar un habano, que me ofrecieron en una caja, y a tomar una
copa de cognac
Habiendo acabado el almuerzo satisfactoriamente el anfitrión,
después de doblar su servilleta me dijo : Ahora hablemos de negocios.
Asuntos de trabajo solo en mi oficina, le contesté.
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