Conocí
a la joven Lea Barba Barrera al ingresar a
San Marcos (1953) y la recuerdo
con unos zapatos blancos con marrón sin tacos , típicos de la época, medias
cortas llamadas “cubanas”, libros bajo el brazo y hablando enérgicamente mientras un grupo de admiradores la rodeaba.
A
partir de 1955, cuando terminamos Estudios Generales, Lea estudió en las
facultades de Derecho y Educación mientras yo lo hacía en la de Ciencias Económicas y Comerciales.
Su imagen
siempre la tuve ligada a la imagen de Feliz Arias Schereiber , su enamorado y
futuro esposo.
Al
finalizar 1959 nuestras vidas siguieron rumbos distintos pero en 1970 al leer
la novela de Mario Vargas Llosa titulada Conversación en la Catedral era
evidente que el personaje Aída era Lea
Barba y Jacobo era Félix Arias Schereiber en la vida real
“Aunque los años nos han ido aventando a todos por direcciones
diferentes, y a la mayoría de estos compañeros -perdón, camaradas- no los he
vuelto a ver, ellos figuran entre mis irreductibles recuerdos sanmarquinos.
Héctor Béjar, mi primer instructor en el círculo y su aterciopelada voz de
locutor; Podestá, Martínez, Antonio Muñoz. Pero, sobre todo, Lea Barba y Félix
Arias Schreiber, con quienes conformamos un trío irrompible.”
MARIO VARGAS LLOSA
Cuarenta
años después (2010), jubilado y con problemas propios de la vejez, logré
realizar reuniones mensuales, en mi domicilio, con algunos de los sobrevivientes del FER entre los que no podía faltar Lea con
quien estuve en contacto telefónico
incluso después de la última (espero que este término sea temporal) de
esas reuniones.
El martes 24 de noviembre del 2015 recibí una llamada telefónica de su hijo
mayor para comunícame que su madre acababa de morir como consecuencia de su
diabetes e infecciones. Por la tarde fui al velatorio y fue un golpe bastante
duro ver a la activa Lea reposando en un ataúd.
Me
llamó la atención que no hubiera
personas vinculadas a la izquierda peruana ya que, como se publicó en
Diario UNO:
“Quizá fue la primera mujer del siglo XX que conformó
una pequeño grupo clandestino del Partido Comunista Peruano (PCP) allá por los
años ’50: la Célula Cahuide, para enfrentarse a la feroz dictadura del general
EP Manuel Odría Amoretti”
Al
día siguiente recibí un correo de Miguel Tauro de Lama, remitido desde
Francia, en el que decía:
Amigos y amigas, esta luctuosa noticia del fallecimiento de Lea me ha
chocado intensamente, pues Lea, para mí, es una camarada mujer que contribuyó
mucho a mi formación política, allá por el año 1955, cuando yo era un
adolescente cachimbo de San Marcos, con apenas 16 años de edad. Se dio la
casualidad que Lea viviera en la cuadra 18 de la Av. Petit Thouars, yo a la
altura de la 30 y su pareja Félix en la 40 de la Av. Arequipa. O sea, los tres
éramos casi vecinos, y los tres integrábamos el llamado "Círculo de
Activistas", fracción del Partido Comunista que pretendía depurar a éste
de toda forma DE OPORTUNISMO Y DE CORRUPTELAS.
Recuerdo, como si fuera ayer, que Lea era una mujer que no necesitaba
pintarse, que vestía modesta y simplemente, sin ánimo de coquetear con nadie, y
así todos los "camaradas" estaban de ella enamorados, como
hechizados, también porque en esa época eran contadas de una mano las jóvenes
revolucionarias.
En mi imaginario de adolescente, yo identificaba Lea Barba con el
personaje de "La Madre" de Gorki, porque era consecuente y sufría
mucho por las escenas de celos continuas de su pareja. Claro que Félix no era
un alcohólico que le pegara, pero a veces el dolor psicológico es peor. A fines
del 57, el movimiento marxista-leninista que organizamos se debilitó mucho por
la partida tanto de Lea como de Félix, dos militantes no sólo teóricos sino
también eficaces. Tiempo después nos dejó Juan Ubaldo Soria, fundamentando su
actitud en una desviación escolástica que nos apartaba de la lucha de clases.
Finalmente, la mayoría disolvió el grupo, ingresamos al partido oficial (donde
nunca habíamos militado) y nos reencontramos allí con Félix, Lea y Soria, para
construir una organización que se volvería un pulpo de muchos tentáculos,
siendo el más siniestro "Sendero Luminoso".
El resto de la Historia es de sobra conocido.
Visité a Lea en su casa hasta la víspera de nuestro retorno a Francia
en el 2014, la he visto enferma de diabetes y de los riñones y preocupada por
problemas familiares que pueden acortar la vida de cualquiera. En todo caso, en
estas últimas conversaciones, ella me contó que había conocido la URSS, la
patria "socialista" de sus amores, yo le trasmití mi nuevo ideal
libertario, todo lo que no constituyó un obstáculo para seguir siendo amigos,
hasta que, hoy, la muerte desdichada nos ha separado.
Mi más sentido pésame a todos sus hijos y nietos, y créanme, yo también
sufriré por esta pérdida invalorable.
Miguel Tauro de Lama
24/11/2015
El
21 de Diciembre asistí a la clásica Misa del Mes donde la mayoría de los asistentes eran jóvenes cincuentones, amigos de los hijos, excepto mis contemporáneos compañeros
sanmarquinos Isaac Humala y Elena Tasso
(Nikita), los padres del Presidente Ollanta.